Mi nuevo auto es lujoso,
elegante, de marca distinguida, reluciente y está flamante, sin un mínimo rayón;
lo conseguí gracias un crédito de la automotora. Lo guardo orgulloso en el garaje
de mi gran casa en el barrio alto, por la cual pago una gravosa cuota en
concepto del crédito hipotecario que concedió el banco. Gracias al crédito que
me ofreció una casa comercial, vengo regresando de un viaje por tres semanas en
bellos resorts en Centroamérica. Mañana firmaré los pagarés del colegio de los
niños. Por suerte tengo tres tarjetas de crédito para asegurar la subsistencia.
En cuanto a amistad, amor, solidaridad, lealtad, nunca he creído en tales patrañas.
No le debo nada a nadie. He salido solo adelante; eso me enseña la vida.
12 marzo, 2017
09 marzo, 2017
Mujer con aves
La bella desnuda extiende un
brazo y la lechuza va a posarse en él con su plumaje albo como una estrella
lejana y fría. Se coloca un polizón –no para afirmar una pollera- sino para
cobijar los pájaros de colores que la confunden con su hogar-jaula, esclavizados
por su propia mente. Ah, la bella desnuda, con una rosa granate equilibrada
sobre el hombro, cien tordos tatuados sobre la piel nívea sosteniendo claveles,
conduciendo un enorme cisne con una brida de seda escarlata. Ella flotando
sobre la manada de lobos y la nieve cayendo en llamaradas sobre la pradera.
04 marzo, 2017
Venusino cenando
A mí los aliens no me vienen con
cuestiones: tengo un don especial para detectarlos. Ayer mismo, mientras
compartíamos con mi amigo Cristián y nuestras parejas, detecté a un comerciante venusino cenando
bajo el pretexto de la celebración del día del amor. Sus principales
características de aspecto, todas claves para el reconocimiento: cabeza de
congrio, triple hilera de aguzados dientes metálicos, lengua alargada como
longanicilla con terminal bífido, porte pequeño (por la monstruosa gravedad de
su planeta), arrugado cuello de iguana.
El desvergonzado alienígena
exigió, mediante comentarios guturales y señas, un trío de pulpos vivos que
devoró sin aspavientos. Tras la ingesta, ciertamente violenta, experimentó una
serie de estertores que culminaron en un estado de satisfacción de corte
epifánico. Eso fue todo, que no es poco. A Cristián le pareció que un proyecto
sobre monstruos en la literatura nacional era la mejor veta para sus futuras
investigaciones. Brindamos por eso. Cuando nos fuimos, el mínimo negociante
venusino estaba sentado, hierático, mirando el
infinito universo. No era necesario despedirse.
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